Sheyla Fariña «Incorporación a Marco Gadei»

 Sheyla Fariña, licenciada en Arte Dramático: Interpretación textual (ESAD de Galicia) se da a conocer en la serie “Valderrei” de la TVG, con más de 80 capítulos interpretando a Xandra . En Cine estuvo en el reparto del largometraje “La piel que habito” de Pedro Almodovar y dando vida a Elsa en el largometraje “Vilamor” o a Corolina en “Pradolongo” de Ignacio Vilar.

Tras algunas apariciones en televisión como “Libro de Familia” o  “O clube da calceta” compaginando con varias obras de teatro como “Roedores” y “Cinzas nas mans”,  entre otras, vuelve a la pequeña pantalla en el 2014 en una de las series de mayor éxito de los últimos tiempos de la TVG “Serramoura” donde su personaje Alex, es una joven estudiante de periodismo arraigada a la vida apacible del rural.

Sheyla Fariña es Alex en la serie de la TVG “Serramoura”

En Serramoura, un pueblo que vive de la explotación maderera, dos familias, los Soutelo y los Fiuza, luchan por hacerse con el control del negocio. Pero la vida en Serramoura se ve bruscamente alterada al aparecer asesinada una de sus vecinas. La Comandancia de la Guardia Civil envía a Diego Bazán que se unirá a la sargento Marga Neira para resolver el caso. Dos mundos distintos, dos personalidades opuestas condenadas a entenderse.

Sheyla Fariña es Elsa en el largometraje “Vilamor” del director Ignacio Vilar.

Filme dirigido por Ignacio Vilar, que se inspira en las comunas que se asentaron en los años setenta en algunas de las localidades de Lugo que quedaron sepultadas bajo el agua del embalse de Salime en los años cincuenta. Y en ese momento, durante los últimos años del franquismo, un grupo de jóvenes con estudios e inquietudes políticas, deciden abandonar la ciudad y regresar a la naturaleza, ocupando unas casas abandonadas y olvidadas desde hacía más de veinte años. En esta situación el seminarista Breixo regresa a su pueblo natal, y entonces descubre que en la aldea más próxima se ha instalado una colonia, que es rechazada de plano por los habitantes lugar. Ni el párroco, ni el alcalde quieren cerca a unas personas, que representan una forma de vida nueva que no comparten.

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